2.5.08

Vacuidad y claridad

En el Budismo se habla de dos aspectos de la mente: movimiento y quietud.

Se dice que la mente permanece inmóvil cuando no hay pensamientos y que está en movimiento en el caso contrario. Pero, en realidad, no hay diferencia entre ambos aspectos de la mente. Tanto la mente en movimiento como la mente en estado de quietud son, en esencia, la unión de apertura y claridad. Si examinamos los pensamientos detenidamente observamos que el pensamiento pasado ya ha desaparecido, que el pensamiento futuro no ha surgido todavía y que el presente carece de forma, color, localización o determinación definitiva.

De ese modo, cuando pasamos por alto la verdadera naturaleza de los pensamientos, los encadenamos entre sí pero, en el momento en que reconocemos que el pensamiento está vacío de existencia independiente y que sólo es la conjunción de diversos factores, entonces, le quitamos todo su poder y ya no lo encadenamos ni lo relacionamos con el siguiente pensamiento. Esto, sin embargo, no significa que haya que detener el pensamiento de manera deliberada utilizando alguna técnica artificial, sino que basta con reconocer la naturaleza de los pensamientos y permanecer con una mente relajada, despierta y estable.

No puede decirse que la esencia natural de la mente pertenezca a samsara o a nirvana. No puede ser confinada en ningún extremo. Y, dado que carece de identidad última, es la base a todo tipo de manifestaciones: placenteras, dolorosas, neutras. Esa mente esencial recibe el nombre de semilla de la iluminación (tatagathagarba).

Se afirma que la naturaleza de la mente es vacuidad porque no es posible describirla en modo alguno. La mente carece de límite, forma, color, sustancia, localización, etcétera. Sin embargo, también se añade que la verdadera naturaleza de la mente es luminosidad y claridad porque si fuese únicamente vacuidad o apertura no podría ser consciente de ninguna experiencia. Donde hay vacuidad hay claridad, y donde hay claridad, hay conocimiento.
 
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