importante en poderes ocultos
Abandonando la riqueza para buscar la Vía.
Lejos de abusar o jactarse de sus poderes ocultos supremos, el discípulo de Shakyamuni, Maudgalyayana, se disciplinó incansablemente y buscó perfeccionar la vía del Buda. Él y su íntimo amigo Sariputra, como discípulos de Buda, fueron ejemplos para monjes más jóvenes.
Nacido en una poderosa familia brahmánica en el pueblo de Kolita, Maudgalyayana tuvo muchos sirvientes y vivió en una casa palaciega virtualmente celestial. Nunca le faltó de nada. Sariputra, con quien jugó y estudió desde la infancia, vivía cerca. Los vínculos de amistad entre ellos permanecieron fuertes hasta que la muerte los separó.
Aunque aparentemente fueran felices, los jóvenes estaban preocupados por pensamientos de incertidumbre que finalmente tomaron forma cuando asistieron a un festival donde, incluso en medio de una multitud de celebrantes contentos, todavía se encontraron perturbados. Su sentido de futilidad persistió hasta que comprendieron claramente que estaban buscando algo: “Todo este regocijo es efímero. Debemos buscar la felicidad verdadera, eternamente inmutable.”
Elegidos por Shakyamuni.
Así que ambos emprendieron un viaje de formación y disciplina, caminando en todas direcciones en busca del maestro correcto. Finalmente, un monje asceta llamado Assaji les habló de Shakyamuni, del que se convirtieron en discípulos. Ambos, Maudgalyayana y Sariputra, eran innatamente sabios y devotos para seguir la Vía. Incluso en esta temprana etapa, Shakyamuni sabía que se convertirían en sus discípulos más destacados.
Animado por Shakyamuni, Maudgalyayana fue inmediatamente a Vulture Peak (Monte Gridhrakrta en el interior de la India), donde, dedicándose a la meditación zazen, alcanzó la iluminación siete días después de convertirse en discípulo. Sariputra alcanzó la iluminación en aproximadamente medio mes. Luego, ambos avanzaron a posiciones muy altas, mucho más allá que los veteranos de la Orden. Shakyamuni les dijo a los otros, “Maudgalyayana es bueno para formaros, y Sariputra es como una madre. Seguid sus ejemplos y entrenad con diligencia.” Muchos creyentes reverenciaron a Maudgalyayana como principal en poderes ocultos y a Sariputra como principal en sabiduría.
La diligencia que sobrepasa a los poderes ocultos.
Muchas tradiciones dan fe de la grandeza de Maudgalyayana. La iluminación le aportó extraordinarios poderes ocultos. Pero nunca estuvo orgulloso o se jactó de ellos. Su verdadera grandeza reside en su fidelidad al Buda y la sinceridad de sus aspiraciones. Diversas historias ilustran estos rasgos.
Una vez, la deidad guardiana Indra, que se dice que reside en la cima del monte Sumeru, el centro del universo, vino a Shakyamuni y, uniendo reverentemente las palmas de sus manos, preguntó, “¿Qué debo hacer para alcanzar la iluminación?” Shakyamuni respondió, “Elimina toda ansia y todo apego de tu mente.”
Maudgalyayana escuchó este intercambio y, cuando Indra se fue, usó sus poderes sobrenaturales para seguirle y entrar en su palacio en la cima del monte Sumeru. Indra le dio la bienvenida y le invitó a visitar el palacio, contándole acerca de sus cien torres y de las hermosas doncellas celestiales y mujeres expectantes que ahí moraban. Reprendiendo la actitud hedonista de Indra, Maudgalyayana sacudió el palacio súper-naturalmente con uno de los dedos gordos de sus pies hasta que Indra recordó y recitó las enseñanzas de Shakyamuni. Aconsejando a Indra que guardara y practicara esas enseñanzas, Maudgalyayana volvió al lado de Shakyamuni.
En otra ocasión, usando nuevamente sus poderes ocultos, percibió que el alma de su madre estaba sufriendo hambre. Se apresuró para conseguirle comida, que sólo se encendió en llamas y desapareció. Como no sabía qué hacer, pidió ayuda a Shakyamuni, quien le dijo, “El 15 de julio, todos los monjes finalizarán su entrenamiento de la estación pluvial y se confesarán y arrepentirán. Si en ese día realizas ofrecimientos a 100.000 monjes, el mérito procedente de tus actos acabará con el sufrimiento de tu madre.” Maudgalyayana hizo lo que Shakyamuni le había dicho, liberando así el espíritu de su madre. Por cierto, se dice que éste es el origen del Festival O-bon.
La muerte de Maudgalyayana.
Maudgalyayana no tuvo una muerte pacífica. Había protegido y promocionado con diligencia la Orden que Shakyamuni había construido. Esto disgustó tanto a algunas personas desalmadas con otras ideas que buscaron su vida. Primero huyó de ellas para prevenir que cometieran el pecado del asesinato. Pero no podía escapar eternamente. Finalmente unos rufianes le cogieron y le pegaron con varas hasta que sus huesos se rompieron y su carne se quedó hecha jirones. Pero, de alguna forma, sus poderes sobrenaturales hicieron posible que transportara su cuerpo destrozado hasta la vera de Shakyamuni, donde se tumbó y murió.
La anterior muerte de Sariputra seguida por la muerte de Maudgalyayana causó un dolor incalculable en Shakyamuni. Aun así, manteniendo la enseñanza budista de que todas las cosas en el mundo son impermanentes, explicó a sus otros discípulos y creyentes que, a pesar de sus poderes ocultos superiores, Maudgalyayana tenía que afrontar inevitablemente el final de su vida.
En términos budistas, los poderes sobrenaturales consisten en trascender la imposibilidad aparente viendo a las personas y las cosas con los ojos del Buda. No confieren el poder de evitar la muerte.
Después de la muerte de Maudgalyayana, Shakyamuni hizo levantar una estupa para sus restos en el monasterio de Bamboo Grove e hizo ofrendas. Se dice que él mismo murió poco después.
Un modelo para otros monjes.
Desde la juventud, pasando por la madurez, hasta la ancianidad, Maudgalyayana y Sariputra, el primero importante por sus poderes ocultos, el segundo por su sabiduría, trabajaron y alcanzaron la fama juntos. Puesto que el budismo concede preeminencia a la sabiduría con respecto a las capacidades sobrenaturales, se dice que los poderes de Sariputra eran ligeramente superiores. Pero los poderes de Maudgalyayana pueden ser considerados como recompensas concedidas por su sabiduría innata, incansable búsqueda espiritual de la Vía, y diligente auto-disciplina. Manifestando sus habilidades individuales y combinando sus fuerzas, ambos ayudaron a los monjes en formación y fueron destacados discípulos en todos los sentidos, con plena confianza de Shakyamuni. Incluso después de sus muertes, siguieron viviendo como ejemplos en las mentes de muchos monjes.