11.11.08

Sariputra

el Sabio.


Juventud.

Conocido como el más sabio de los Diez Principales Discípulos de Buda, Sariputra fue un modelo para todos los demás monjes y un líder para la Orden. Podemos aprender mucho de su vida.

En un pueblo Brahman, llamado Nalandagrama, en el antiguo reino de Magadha, cierto hombre fue famoso por su habilidad retórica. De todas formas, una vez, un joven orador sacó lo mejor de él. A pesar de ser el vencedor, el hombre más joven se mantuvo modesto y sensible hacia los sentimientos de su compañero. Por este motivo, el hombre más anciano le concedió a su hija para que la desposara. Más tarde, la pareja tuvo un hijo que llamaron Upatishya, quien más adelante recibiría el nombre de Sariputra.

Upatishya tenía un buen amigo llamado Kolita. De hecho, se dice que ambos fueron concebidos por sus madres el mismo día. Ambos nacieron en familias acomodadas y destacaron en la escuela y en las artes. Un día, la visión de un festival religioso seguido por una multitud de personas despertó un sentido de futilidad en la mente de ambos. Pensaron: “Observar festivales de este tipo es vano. Ninguna de estas personas puede vivir eternamente. En un mundo como este, ¿puede nada proporcionar eterna satisfacción a la mente?” En consecuencia, decidiendo que la búsqueda de la iluminación era la única felicidad verdadera, tomaron la resolución de abandonar la vida secular e iniciar una vida de búsqueda religiosa.


En busca de la Verdadera Enseñanza.

Partiendo en busca de la Vía, viajaron por toda la India intentando encontrar un buen maestro, pero fue en vano. Entonces, un día, Upatishya conoció al Venerable Assagi, uno de los primeros monjes que obtuvo la iluminación bajo la guía de Sakyamuni. La resolución con la que se ocupaba de su mendicación impresionó mucho a Upatishya, quien, preguntando a Assagi quién era su maestro, dijo: “Bien, amigo, explícame tanto o tan poco como quieras pero asegúrate de explicarme el espíritu de la doctrina.”

Assagi sólo le contó una parte de la enseñanza de Sakyamuni. De pronto, Upatishya comprendió y alcanzó el elevado estado espiritual precedente a la plena iluminación. Con el corazón alegre, llevó a Kolita con él a ver a Sakyamuni.

En el Monasterio Venuvana o, en aquellos tiempos, bosquecillo de bambú, Sakyamuni les vio aproximarse desde la lejanía y predijo que, algún día, se convertirían en dos de sus Principales Discípulos. Cuando se convirtieron formalmente en discípulos de Sakyamuni, Upatishya obtuvo el nombre Sariputra y Kolita el nombre Maudgalyayana.

Un día, Sakyamuni y un monje en formación visitaron la cueva en la que vivía Sariputra. Aunque el sermón no iba dirigido a él, Sariputra oyó lo que dijo Sakyamuni, entendió cada palabra y obtuvo la verdadera iluminación.

Esto sucedió el 14º día después de haber sido admitido en la Orden. Sakyamuni reconoció el bien que Sariputra había hecho en existencias previas. Después, Sariputra y Maudgalyayana siguieron con diligencia la Vía budista, sirviendo como ejemplo a otros monjes.


Espíritu Noble.

Su impertérrita calma hizo que Sariputra ganara la confianza de muchos creyentes. Para probar sus poderes espirituales, una vez cierto Brahman golpeó a Sariputra en la espalda mientras caminaba. Sariputra prosiguió su camino como si nada hubiera sucedido. Oyendo esto, Sakyamuni dijo: “Las personas iluminadas han eliminado la rabia.”

En otra ocasión, cierto monje que había recibido algo de comida como recompensa por un tratamiento médico, orgullosamente lo ofreció a Sariputra, quien, rechazando el ofrecimiento, se levantó y partió. Sakyamuni recomendó que los monjes no recibieran ningún tipo de recompensa. En esta ocasión, alabó la actitud de Sariputra. Dijo: “La persona que, observando la locura de otra persona, se reprende a sí misma, puede vivir con el conocimiento del dolor oculto en la locura del otro.”

Puesto que viajaba voluntariamente de lugar en lugar propagando las enseñanzas, Sariputra atrajo a muchos discípulos, quienes le respetaron profundamente. Éstos, incluían a sus propios hermanos y familiares, y a un huérfano a quien educó para que se convirtiera en monje.


Reconciliación.

En sus últimos años, Sariputra estaba preocupado por saber que su madre le odiaba porque él y todos sus otros hermanos habían renunciado a la vida secular y dejado a la familia sin un heredero para administrar su fortuna. Sufriendo un ataque de diarrea y siendo consciente de que su muerte estaba cerca, fue a ver a su madre por última vez. Ella estaba perpleja al ver a divinidades descendiendo de los cielos para ver al enfermo.

Ella dijo: “¡Hijo, eres superior a los dioses!”

Él contestó: “¡No, Sakyamuni es superior a todos!”

Entonces, su madre escuchó lo que tenía que decir su hijo y abrió su mente a la Vía de Buda. Con la mente tranquila, Sariputra murió en paz, dándose dos semanas después la muerte de Maudgalyayana.

Sakyamuni dijo a los monjes que sufrían y lamentaban la pérdida de Sariputra: “Los Budas del pasado tuvieron discípulos excepcionales y los Budas del futuro también los tendrán. Nada en este mundo es para siempre. Confiar en vosotros mismos y poner vuestra creencia en las enseñanzas de Buda.” Los discípulos que quedaron tomaron el mensaje a pecho y siguieron con diligencia la Vía de Buda.

 
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