Sutra Duy Láu Lac Vuong
Sutra de la Verdad Absoluta 16
Attadanta Sutta, número 935 A 954
1. Escuchen y observen cuidadosamente para entender por qué hemos llevado a nuestra sociedad desde un estado de paz a un estado de saturación de terrorismo y violencia como el actual. ¿Cómo se han comportado las generaciones pasadas para llegar a esta situación? Quiero hablar de esta desgracia y deciros cómo he podido salir de mi angustia.
2. La gente del mundo experimenta un sufrimiento tras otro, como el pez que vive en un estanque donde el agua se seca más y más cada día. En el sufrimiento los pensamientos violentos tienen más probabilidad de nacer, y debido a la violencia la gente sigue buscando un alivio por medio del terror y el castigo.
3. La violencia abrasa el mundo entero. Las diez direcciones se encuentran en el desorden y el caos. Ningún lugar está en paz o seguridad. Todo el mundo se cree superior al prójimo. Pocas personas saben cómo abandonar sus pasiones. Como no ven esta realidad, las personas siguen guardando en su corazón percepciones falsas.
4. Al atarse con estas falsas percepciones, se crean aún más confusión y sufrimiento. He mirado profundamente la mente de aquellos que no están contentos y he encontrado un cuchillo puntiagudo oculto bajo su dolor. Como ellos mismos no han visto el cuchillo en sus mentes, les es difícil soportar el dolor.
5. El dolor causado por ese puntiagudo cuchillo permanece y no cambia. Como continúan su camino sujetando ese puntiagudo cuchillo, inundan el mundo con su dolor. Sólo cuando tengan la oportunidad de reconocer el sufrimiento y hacerlo salir de su corazón, el sufrimiento cesará y tendrán la oportunidad de detenerse.
6. De los muchos obstáculos que hay en la vida, no permitas que ninguno te ate. Debes saber cortar las raíces de los errores y el desorden. Debes dejarlos ir. Deja de contar con ellos. Si consigues abandonar los deseos negativos, podrás superar todo sufrimiento. Los practicantes deben trascender el ciclo del sufrimiento para realizar su camino de liberación.
7. Un auténtico practicante debe tener un corazón sincero. No actúa confiado en sus percepciones. Sólo tiene que seguir el camino recto. No habla con lengua doble. Debe saber cómo apagar el fuego de la ira y romper la roca de su codicia. Si sabe cómo liberarse de los lazos de la aflicción, podrá comenzar a divisar la orilla de la liberación.
8. Debes abandonar el orgullo. No duermas demasiado. No caigas en la indolencia. Vive y trabaja en la moderación. No te pierdas en la multitud. No te aferres a las bellas apariencias. Aprende a decir "no". Contempla regularmente la naturaleza vacía de todas las cosas para alcanzar el Nirvana.
9. No insultes a nadie. No te dejes arrastrar o seducir por la apariencia engañosa. No participes en diversiones que te hagan olvidar el propósito de tu práctica: ayudar a otros a superar el sufrimiento.
10. Deja de pensar en el pasado y de proyectarte hacia el futuro. Debes reconocer lo que está ocurriendo en el momento presente y no aferrarte a ello. Así, caminarás solo en plena libertad por los cinco continentes sin que nadie tenga ya celos de ti.
11. He dicho que el deseo sexual es la fuerza que causa la mayor destrucción. Es la marea que sumerge al mundo entero. Sólo al comprenderlo podrás vencer todas las dudas. Tenemos que contemplar cuidadosamente el cosurgimiento interdependiente. Es necesario darse cuenta de que sin liberarnos de la contaminación causada por el deseo sexual, es difícil detener el sufrimiento.
12. En toda época, de entre un gran número personas, muy pocos tienen la capacidad de desprenderse de los deseos sexuales. Sin embargo, una vez que el practicante es capaz de liberarse de ellos, no siente pérdida alguna. No siente ninguna necesidad de ir a otra parte: la marea se aleja por sí misma y nada puede aprisionar al practicante.
13. Sostenido por la fuerza de la comprensión que le sirve de carro, el muni atraviesa hasta el otro lado. Gracias a esta comprensión, ya no se inquieta por nada y se siente protegido. Nacimiento, muerte, dolor y celos ya no pueden tocarle. Con la energía de la diligencia, logra la paz verdadera.
14. Al no tener ya deseos sensuales, el sufrimiento cesa. El practicante mira profundamente la naturaleza vacía de todas las cosas, nada puede ya preocuparle. Ha visto por sí mismo el gran camino que lleva a la paz, ya no está atado a ninguna visión del mundo.
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