21.2.09

Nos volvemos hacia las Tres Joyas

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Las manos juntas formado un loto, te contemplamos, Señor Buda.

Sentados tranquilamente, la espalda bien derecha, tu porte es tan benevolente.

De tu frente emana la luz. Con tus ojos brillantes, lo ves todo, en lo más profundo de nuestro corazón.

Tanto las alegrías como las penas, sobre tu boca, florece una sonrisa llena de compasión, de comprensión, de perdón y de generosidad.
(C)

Nos inclinamos ante ti, querido Buda, tú eres nuestro maestro, tú nos enseñas a amar y a comprender. Tú nos has engendrado en esta vida espiritual.

Te prometemos solemnemente seguir tu luz durante toda nuestra vida.

Nos inclinamos ante ti, y te agradecemos habernos ofrecido las maravillosas enseñanzas que nos ayudan a cultivar el amor, la amistad, la felicidad, la sonrisa y la confianza. Ellas nos muestran cómo respirar en plena consciencia, a abrazar nuestra pena, cuando la avidez, la cólera, la ignorancia y los celos están en nosotros, a ser maestros de nosotros mismos, a superar nuestra tristeza y a aliviar nuestra pena.
(C)

Estamos determinados a volver a tomar refugio en la Sangha, la comunidad de practicantes, bajo tu guía, para ser sostenidos e iluminados en el camino del aprendizaje de la vía maravillosa.
(C)

El incienso perfuma el aire, las velas están encendidas. con todo nuestro corazón, llenos de gratitud, nos volvemos hacia las Tres Joyas para tomar refugio en ellas.
(CC)












 
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