Querido Tathâgata, faro que ilumina el océano del sufrimiento y la impureza, nos volvemos hacia Ti, nos inclinamos con gratitud. Señor de la Compasión, abrázanos con tu luz.
Hoy, sinceramente, estamos determinados a volver hacia ti.
(C)
Nosotros, tus hijos espirituales, no hemos tenido todavía la oportunidad de testimoniar nuestro profundo reconocimiento a nuestros padres, maestros, amigos y a todos los seres.
Mirando los tres mundos en las cuatro direcciones, y, viendo a todos los seres ahogados en el sufrimiento, a menudo nos sobresalta el pavor… ya que, aunque orientados en la buena dirección, nos hemos dado cuenta de ¡cuan lejos está todavía la orilla de la Liberación! Felizmente, por doquier en todo este mundo de impureza, tus salvadores brazos están siempre ahí, Señor de la Compasión.
(C)
Ahora, con determinación, tomamos refugio en Ti y nos volvemos tus hijos(as) espirituales.
Cuerpo y espíritu al unísono, nos inclinamos ante Ti y soltamos todas las aflicciones de nuestro corazón.
Con respeto y sin distracción, nos volvemos hacia ti para recibir el maravilloso Dharma.
Prometemos ser perseverantes en la práctica cotidiana para profundizar en los entrenamientos de la Plena Consciencia.
Así, el fruto del Despertar se realizará un día.
Que pueda la gran Gracia protegernos noche y día.
Buda, Dharma y Sangha, tened compasión de nosotros.
(C)
Sabemos muy bien que los obstáculos engendrados por nuestros propios actos son todavía pesados, nuestra felicidad todavía demasiado frágil, nuestras percepciones a menudo falsas, nuestra visión poco profunda, nuestras formaciones mentales negativas siempre dispuestas a manifestarse, nuestro estudio, nuestra reflexión y nuestra práctica poco sólidas.
En este instante, manos y frente en el suelo, el corazón totalmente abierto, nos inclinamos ante ti. Que pueda tu bondad y compasión abrazarnos sin trabas.
(C)
Nosotros, tus hijos espirituales, desde innumerables existencias pasadas, estamos habituados a perseguir los objetos sensoriales, incapaces de reconocer nuestro puro espíritu original.
Nuestras acciones inapropiadas en nuestro cuerpo, nuestras palabras y nuestros pensamientos, nos han encadenado a la avidez, al apego, a la ignorancia, al odio, a la envidia y a la cólera.
Ahora, firmemente, cuerpo y espíritu al unísono, tomamos el Voto de Comenzar de Nuevo gracias a los sonidos vibrantes de la gran campana que nos despierta de nuestro largo sueño.
Estamos determinados a deshacernos completamente de todas las faltas cometidas.
(C)
En este instante, hacemos el gran voto de abandonar nuestras antiguas energías de hábito, y de tomar refugio en la Sangha toda nuestra vida.
Señor Buda, tiéndenos tus bondadosos brazos, y sostennos con compasión.
Te prometemos solemnemente que cada uno de nuestros pasos aportará paz y alegría, y de que cada una de nuestras sonrisas emanará la libertad.
Durante las sesiones de meditación, el compartir el Dharma, sentados o de pie, acostados o andando, trabajando, cocinando, fregando o lavando la ropa, invocando los nombres de los budas y de los bodhisattvas, ofreciendo incienso y tocando la Tierra, ponemos nuestra atención a todo lo que hacemos, porque sabemos que vivir cada instante en Plena Consciencia, es descubrir a los otros el camino de la Liberación, que podamos así tocar la Tierra Pura en cada uno de nuestros pasos, que podamos vivir en la realidad última cada vez que actuamos.
Andando, pisamos el suelo de la ansiedad, respirando, entramos en contacto con la naturaleza de la Verdadera Vida.
Encendemos la luz del Despertar y el velo de la ignorancia se descorre.
Cuando llegue el momento de abandonar esta vida, cuerpo y espíritu serenos, libres y felices, nuestros seis sentidos en calma, sin remordimientos en el corazón, sin dolor en el cuerpo, sin confusión en el espíritu, la Plena Consciencia clara y sólida, abandonaremos nuestro cuerpo físico como si entrásemos en la concentración meditativa.
Si fuese necesario renacer, seríamos de nuevo tus discípulos, querido Tathâgatha, continuaríamos tu obra al servicio del mundo, para llevar a todos los seres a la orilla del Despertar.
Cumpliendo los tres cuerpos y las cuatro compresiones, utilizando los cinco ojos y los seis poderes milagrosos, nos manifestaremos en millares de formas y estaremos presentes en los tres reinos a la vez.
Entraremos y saldremos libremente para ayudar a todos los seres, sin olvidar ninguno, y así serán conducidos a la orilla del no-retorno.
(C C)
Hoy, sinceramente, estamos determinados a volver hacia ti.
(C)
Nosotros, tus hijos espirituales, no hemos tenido todavía la oportunidad de testimoniar nuestro profundo reconocimiento a nuestros padres, maestros, amigos y a todos los seres.
Mirando los tres mundos en las cuatro direcciones, y, viendo a todos los seres ahogados en el sufrimiento, a menudo nos sobresalta el pavor… ya que, aunque orientados en la buena dirección, nos hemos dado cuenta de ¡cuan lejos está todavía la orilla de la Liberación! Felizmente, por doquier en todo este mundo de impureza, tus salvadores brazos están siempre ahí, Señor de la Compasión.
(C)
Ahora, con determinación, tomamos refugio en Ti y nos volvemos tus hijos(as) espirituales.
Cuerpo y espíritu al unísono, nos inclinamos ante Ti y soltamos todas las aflicciones de nuestro corazón.
Con respeto y sin distracción, nos volvemos hacia ti para recibir el maravilloso Dharma.
Prometemos ser perseverantes en la práctica cotidiana para profundizar en los entrenamientos de la Plena Consciencia.
Así, el fruto del Despertar se realizará un día.
Que pueda la gran Gracia protegernos noche y día.
Buda, Dharma y Sangha, tened compasión de nosotros.
(C)
Sabemos muy bien que los obstáculos engendrados por nuestros propios actos son todavía pesados, nuestra felicidad todavía demasiado frágil, nuestras percepciones a menudo falsas, nuestra visión poco profunda, nuestras formaciones mentales negativas siempre dispuestas a manifestarse, nuestro estudio, nuestra reflexión y nuestra práctica poco sólidas.
En este instante, manos y frente en el suelo, el corazón totalmente abierto, nos inclinamos ante ti. Que pueda tu bondad y compasión abrazarnos sin trabas.
(C)
Nosotros, tus hijos espirituales, desde innumerables existencias pasadas, estamos habituados a perseguir los objetos sensoriales, incapaces de reconocer nuestro puro espíritu original.
Nuestras acciones inapropiadas en nuestro cuerpo, nuestras palabras y nuestros pensamientos, nos han encadenado a la avidez, al apego, a la ignorancia, al odio, a la envidia y a la cólera.
Ahora, firmemente, cuerpo y espíritu al unísono, tomamos el Voto de Comenzar de Nuevo gracias a los sonidos vibrantes de la gran campana que nos despierta de nuestro largo sueño.
Estamos determinados a deshacernos completamente de todas las faltas cometidas.
(C)
En este instante, hacemos el gran voto de abandonar nuestras antiguas energías de hábito, y de tomar refugio en la Sangha toda nuestra vida.
Señor Buda, tiéndenos tus bondadosos brazos, y sostennos con compasión.
Te prometemos solemnemente que cada uno de nuestros pasos aportará paz y alegría, y de que cada una de nuestras sonrisas emanará la libertad.
Durante las sesiones de meditación, el compartir el Dharma, sentados o de pie, acostados o andando, trabajando, cocinando, fregando o lavando la ropa, invocando los nombres de los budas y de los bodhisattvas, ofreciendo incienso y tocando la Tierra, ponemos nuestra atención a todo lo que hacemos, porque sabemos que vivir cada instante en Plena Consciencia, es descubrir a los otros el camino de la Liberación, que podamos así tocar la Tierra Pura en cada uno de nuestros pasos, que podamos vivir en la realidad última cada vez que actuamos.
Andando, pisamos el suelo de la ansiedad, respirando, entramos en contacto con la naturaleza de la Verdadera Vida.
Encendemos la luz del Despertar y el velo de la ignorancia se descorre.
Cuando llegue el momento de abandonar esta vida, cuerpo y espíritu serenos, libres y felices, nuestros seis sentidos en calma, sin remordimientos en el corazón, sin dolor en el cuerpo, sin confusión en el espíritu, la Plena Consciencia clara y sólida, abandonaremos nuestro cuerpo físico como si entrásemos en la concentración meditativa.
Si fuese necesario renacer, seríamos de nuevo tus discípulos, querido Tathâgatha, continuaríamos tu obra al servicio del mundo, para llevar a todos los seres a la orilla del Despertar.
Cumpliendo los tres cuerpos y las cuatro compresiones, utilizando los cinco ojos y los seis poderes milagrosos, nos manifestaremos en millares de formas y estaremos presentes en los tres reinos a la vez.
Entraremos y saldremos libremente para ayudar a todos los seres, sin olvidar ninguno, y así serán conducidos a la orilla del no-retorno.